
La fiesta de la democracia y el porqué de mi voto
Por Luis Villares,
estudiante del doble grado de Derecho y ADE
en Universidade de A Coruña y asociado a Lugo Sempre.
Introducción
Período de precampaña electoral. Las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina. En las portadas de los principales periódicos se nos muestran actos “heroicos” de nuestros políticos. Los medios de comunicación emiten horas de contenido aludiendo a lo bien que lo han hecho unos y lo mal que actuaron los otros. Si bien esta situación es aplicable a cualquier período del año, esto se agudiza cuando en unos meses vista acudimos a las urnas. La llamada “fiesta de la democracia” ha llegado. Prepárense para todo tipo de regalos y presentes, estimados lectores.
En este pequeño escrito, mi objetivo no es otro que el de hurgar en el origen del voto (el mío y el de quien imagine). A pesar de que pueda parecer un acto simple y sencillo, la maquinaria que hay detrás de él me resulta abrumadora.
Regalos electorales
De una manera curiosamente sospechosa, cuando la fiesta de la democracia se acerca y los ciudadanos acuden a las urnas, lo suelen hacer cargados de regalos de sus regidores. Dichos presentes se materializan en forma de actos en beneficio de la ciudad o del barrio (véase la apertura de cualquier infraestructura lúdica u ociosa, por ejemplo), subvenciones y convenios (recuérdese cualquier acto generoso con el eternamente maltratado sector primario, a título de ejemplo) o cualquier palabrería cargada de florituras.
Innecesario debiera resultar aclarar que este tipo de actos no son perjudiciales considerados en sí mismos y de manera aislada. Lo que realmente desprende cierto oportunismo es el momento en que se realizan (en vista de unas ulteriores elecciones). A este respecto, suelen ser especialmente molestos aquellos que se aplazan hasta los meses anteriores de la votación.
Por supuesto, el objetivo de los que acertadamente se pueden denominar “regalos electorales” no es otro que el de procurar estar presente en la mente del votante mientras ejecuta su derecho.
Discursos y promesas
A pesar de que se considere como un extendido tópico, otro de los aspectos que influyen de
manera más que notable en la elección de la papeleta electoral es la influenciabilidad que
podemos tener a los estímulos que nos brindan los dirigentes (o posibles dirigentes) en sus discursos, esto es, si somos susceptibles de ser engatusados por sus hipnóticos mensajes.
Es curioso (y, permítaseme el lujo de tildarlo de descarado) como, de manera general, buena parte de las promesas que se hacen en campaña electoral no son cumplidas. Prueben ustedes, si es que tienen la oportunidad, a abrir un programa electoral de las elecciones municipales anteriores y comprobarán de primera mano la cantidad de falacias que éste tiene.
¿Por qué es tan fácil prometer? No tiene consecuencias más allá de las que el votante o la oposición les pueda dar; esto es, la falta de palabra en política sale barata.
Medios de comunicación
Los artífices de la maquinaria. La polea que todo lo mueve. En efecto, los medios de
comunicación (tradicionales y no tan tradicionales, como veremos a continuación) son el mayor aparato difusor del sistema. Esto se debe a que lo expuesto en los anteriores epígrafes (actuaciones pre-electorales y discursos) tienen un altavoz en la televisión, periódicos o redes sociales.
Resulta relevante el hecho de que en la mayor parte de las ocasiones están financiados por todo tipo de formaciones políticas y la información nos llegue contaminada. Es por ello que debemos potabilizarla, pero esto no resulta sencillo. Muchos votantes acuden a las urnas con un voto no potable y contaminado, sin contraste alguno.
De rabiosa actualidad es el bombardeo informativo a través de redes sociales, provocando en ocasiones que el acto de navegar por ellas resulte agresivo. Recordemos, una vez más, que todo el engranaje está diseñado para captar la atención del votante mientras inserta un papel en la urna.
Causalidad y marketing
Siguiendo la filosofía de Douglas Gasking, la causalidad se encuentra estrechamente vinculada con las técnicas manipuladoras del hombre, esto es, la relación causa-efecto se describe con mayor taxatividad como la relación de “producir por medio de”.
Recordemos la definición de marketing (mercadotecnia, castellanizando el concepto): “Conjunto de principios y prácticas que buscan el aumento del comercio, especialmente de la demanda”. Hagamos el ejercicio de sustituir el concepto de “comercio” por “votos”. ¿Qué resulta?
El voto no es más que un fruto del marketing político. Generalmente, no votamos hechos. Votamos discursos, promesas, interacciones en redes sociales. Todo es marketing, cuestión de vender un producto y que usted lo compre (perdón, que lo vote).