Un viaje desde la capital de Lugo a la comarca de la Mariña Lucense bastó para que aflorase en mí un pensamiento reflexivo. A medida que el contador de kilómetros avanzaba, la dicotomía entre lo urbano y lo rural era cada vez más intensa, conformando una fuerte brecha.
Si, como los estudios económicos más dogmáticos indican, la dinámica empresarial adecuada es aquella que maximiza las fortalezas de una sociedad o entorno determinado, la situación no debe ser vista como un síntoma de atraso, sino todo lo contrario. Esta naturaleza diversa de la provincia debe constituir una oportunidad para explorar algo novedoso.
El sector primario está fuertemente vinculado al aprovechamiento de recursos naturales, y en ese viaje observo una multitud de fértiles minifundios, en los que impera la desorganización y también la improductividad, mas no la obtención de sinergias agrícola-ganaderas. Pude comprobar, asimismo, la existencia de materias primas autóctonas que pueden y deben marcar la diferencia a través del desarrollo de nuevos productos y mercados.
El sector secundario industrial gallego se encuentra parcialmente ligado a la productividad del sector primario. Por desventura, topé con polígonos, infraestructuras y naves industriales inoperativas. Una correcta interpretación del sistema de suelo industrial, por medio de una propuesta encaminada a la organización a través de comarcas -existencia de un único polígono industrial en cada una de ellas- o de una reducción de precios paulatina en el suelo dedicado a la proyección de manufacturas, podría contribuir a la efectiva fusión entre urbe y campo.
A pesar de que se pudiere considerar una intromisión en el ámbito rural, de lo expuesto con anterioridad se desprende vitalidad para los pueblos, marcando el comienzo para abordar el reto demográfico. No debe ser considerado como algo utópico, sino el comienzo de un cambio efectista. Al observar el entorno, se llega a la conclusión de que se puede alcanzar el objetivo de ser los mejores en lo nuestro.
Mi empeño no es otro que el de poner de manifiesto de qué manera la unión característica entre lo urbano y lo rural de la provincia lucense puede y debe ser motivo de progreso, de cambio y también de identidad, pero no una característica de atraso, como en ocasiones percibimos y algunos quieren ver inexactamente. Esta es una opinión subjetiva sí, pero asentada en la experiencia de otros y sustentada sobre las oportunidades que se nos brindan. Actualmente, esta explotación minifundista está caracterizada por una mentalidad constreñida, conservadora e incluso de mero autoconsumo, y en muchos casos, quizá demasiados, propensas al abandono. Los incentivos a las cooperativas y a la formación de agrupaciones parroquiales podrían maximizar excedentes, así como generar economías de escala -sinergias agrícola-ganaderas-, esto es, una mayor producción que permitiría reducir costes debido al mayor aprovechamiento de la producción, entre otros aspectos. No se debe tratar de ayudas simbólicas o propagandísticas para las que se requieren multitud de trámites, que resultan en múltiples casos desincentivadores, sino de subvenciones acordes y reales, ante proyectos perfectamente estructurados y que lleguen a todo tipo de ciudadanos.
Por otro lado, el sector primario lucense dispone de productos autóctonos que permiten diferenciarse de otros puramente comerciales; ejemplos no faltan que han logrado asentarse en amplios mercados con una identidad clara y un valor añadido que permite augurar un futuro prometedor. Permítaseme citar algunos ejemplos: Faba de Lourenzá, Capón de Villalba, Pimiento de Mougán, Merluza de Celeiro, Pan de Ousá, Queixo de Friol, Nécoras de Ribadeo, ternera gallega, castaña, miel, licores, y la gran marca de Comarca como son los vinos de la Ribeira Sacra. Con total seguridad podemos ampliar e incluso desarrollar este catálogo de verdaderas joyas creadas con esfuerzo, pero también planificadas con profesionalidad y que nos permiten defender ese eslogan de ser los mejores en lo nuestro.
No debe resultar desproporcionado reivindicar ese orgullo sensato de requerir trabajo y producto que nos hagan despuntar. Citaba algunos de los productos asentados y bien comercializados que nos hacen sentir orgullosos de pertenecer a una tierra fértil y que bien trabajada debe ponernos en horizontes que los mercados demandan. Las estrategias deben incidir en aspectos que sirvan y ponderen impulsos a la creación de eventos e incluso el desarrollo correcto de nuevas fórmulas para llegar al consumidor y, por consiguiente, la creación de empleo. Pero no puestos de trabajo residuales, sino cualificados que generen formación y educación -puestos de mercadotecnia, analistas, fabricantes-.
A pesar de lo utópica e hipotética que pudiere parecer lo anterior expuesto, a través de estrategias de promoción y comunicación más elaboradas o la potenciación y, en cierto modo, la profesionalización de ferias tradicionales en pueblos y grandes ciudades sería posible revitalizar este tipo de productos y sus consiguientes zonas de producción.
Es importante percatarse de que podemos llegar a ser líderes en lo que hacemos. Sin embargo, el principal entorpecimiento para obtener una revitalización de la fusión entre rural y urbe es el del transporte. Muchos de los habitantes de los pueblos de la provincia lucense no disponen de transporte privado y el estado de las carreteras es deficiente o muy deficiente, siendo el modo de moverse más habitual a través de líneas de autobús. No obstante, las mismas no tienen apenas frecuencia y los tiempos pueden ser más del doble de lo que tardaríamos en transporte privado. Un aumento elevado de las frecuencias de ida y vuelta en el caso de días de ferias o eventos relevantes debiera dinamizar los mercados provinciales. En este sentido, sería injusto no mencionar el proyecto de la implantación del ferrocarril circular en Galicia, que conectaría las principales ciudades y localidades, logrando así que los pasajeros viajen de un lugar a otro cómodamente y con la posibilidad de regresar al punto de origen en el mismo día. El calificativo de circular se debe a la propia naturaleza de la ruta, que consiste en el recorrido de un circuito cerrado que conecta distintos puntos clave.
Detengámonos a analizar nuestro entorno. A través de un proyecto ambicioso, nuestra provincia puede y debe ser diferencial. Podemos, insisto, ser los mejores.
Por Luis V.D.
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