“Otro año más. Pues parece que no hay forma de tener una playa fluvial. Eso si, las tienen en Baamonde, Monterroso, O Corgo, y varios municipios más. Al menos tienen un río en el que se pueden bañar.
Y aquí seguimos con lo de “la culpa es del otro”… La historia es que la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil, la Consellería de Medio Ambiente, la de Cultura y Turismo, el Ayuntamiento de Lugo, los ecologistas y quizá algunos más, no terminan de llegar a un acuerdo para que esta ciudad pueda disfrutar de su río.
¿Se trata de poner dificultades o de arreglar la situación? Pregunto.
Hay un planteamiento, que parece más una ocurrencia con falta de conocimientos del entorno, de crear una playa fluvial en la Tolda de Castilla, en la zona que se conocía como “Prado de Carlos” o cerca de él. Pero oiga, si en esa zona, en el verano, el Miño lo cruzas a pie… hay muy poco caudal de agua.
El mejor lugar para una playa fluvial en Lugo es todo lo que rodea el llamado “Caneiro de Las Islas”. Desde el “Chapuzo” hasta la Fábrica de la Luz. Y de ambos lados del río. Y las islas, claro. Para eso hace falta:
- Arreglar el caneiro, que lleva años rompiéndose poco a poco.
- Limpiar la zona de la vegetación que la invade (el caneiro, la Fábrica de la luz y todo el entorno).
- Adecuar las entradas, por las compuertas de la Fábrica de la luz, y por el otro lado del caneiro.
- Abrir la circulación del agua del río (estancada desde las compuertas a la fábrica), en esa instalación.
- Desbrozar toda la vegetación de ambos márgenes del río.
- Instalar mobiliario, mesas, bancos, etc.
- Unos árboles de crecimiento rápido en el margen izquierdo.
Las islas son un importante complemento de esa playa fluvial. Pueden dar mucho juego.
En la zona hay diferentes profundidades de agua. Se adapta para todo el mundo, con pocos metros de diferencia.
¿Que si hay mejillones, o cangrejos, o una determinada planta acuática? Ya se moverán de sitio. Y no pasará nada. No se irán a estresar, ¿no?, digo yo.
En esa zona se bañaron desde hace muchísimos años, cientos y cientos de lucenses. El lugar estaba limpio, cuidado sin intervención de instituciones. Los usuarios nos encargábamos de mantenerlo bien.
Fácil es. Se trata de poner menos pegas, de sentarse en una mesa, hablar y tomar el acuerdo de hacer la playa fluvial. ¿De verdad es tan complicado?
Ah, y si tienen dudas, pregunten ustedes a los lucenses. Que aunque no se les escucha, también saben lo que quieren.”