Este poema, titulado Canto de odio a Putin, es un ejercicio literario que imita deliberadamente la estructura retórica de los viejos himnos de propaganda bélica —en particular, el célebre Himno del odio de Ernst Lissauer durante la Primera Guerra Mundial— para denunciar sus excesos y peligros desde una perspectiva crítica y contemporánea.

No se trata de un llamamiento literal al odio, sino de una pieza de denuncia simbólica contra un régimen autoritario y violento, representado en la figura de Vladímir Putin, cuyas acciones han generado sufrimiento, guerra e inestabilidad en Europa y el mundo. La emoción del “odio” se utiliza aquí como figura literaria, retórica y moral, no como incitación real.

Este texto no va dirigido contra Rusia como país, ni contra su pueblo ni su cultura, a la que respeto profundamente. El enemigo señalado es una figura política concreta, símbolo de una ideología expansionista y represiva que ha atentado contra los principios de paz, legalidad internacional y dignidad humana.

En tiempos en que la palabra poética corre el riesgo de diluirse en la corrección sin convicción, este poema elige conscientemente un tono de confrontación para recordar que la literatura también puede ser juicio, memoria y resistencia.

Su estructura repetitiva, casi coral, responde a una necesidad expresiva colectiva: la de nombrar sin ambigüedad al agresor, y de hacerlo con la contundencia que requieren ciertos momentos históricos.

No se trata de un poema de análisis, sino de una descarga, un grito, una proclama. En un tiempo en que la palabra “odio” suele ser temida o relativizada, este texto plantea una pregunta incómoda:

¿Puede el odio ser también una forma de resistencia ante la injusticia y la amenaza?

La respuesta no se ofrece desde la teoría, sino desde la fuerza cruda del verso.

 

CANTO DE ODIO A PUTIN (Imitando a Ernst Lissauer)

¿Qué nos importa Putin y sus amigos?

¡Bomba por bomba, golpe por golpe!
No los amamos,
Defendemos España y la Unión Europea,
Tenemos uno solo y único odio,
Amamos todos a una, Rusia,
Odiamos todos a uno,
Tenemos un solo y único enemigo,
Pues todos lo sabéis,
Pues todos debéis saberlo,

Se agazapa tras la amenaza nuclear,
Lleno de envidia, lleno de rabia,
Lleno de astucia, lleno de falsedad,
Lleno de ingenio.

Separados por fronteras, por telones de acero,
Que rompen con misiles, que cruzan con tanques,
Fronteras invisibles, no espesas como la sangre,
Queremos entrar en un tribunal,
Pronunciar un juramento, cara a cara,
Sin mentiras,
Un juramento pétreo, un juramento de acero,
Que ningún viento se lleve, que ningún martillo rompa,
Un juramento para hijos y nietos.

Oíd la palabra, repetid la palabra,
Resuena por todo el mundo, por la Unión Europea,
No queremos cejar en nuestro odio,
Todos tenemos un único odio,
Amamos todos a una,
Odiamos todos a uno,
Todos tenemos un único enemigo:

¡PUTIN!

En los salones dorados, en los salones de fiesta,
En el Kremlin de Moscú, se sentaron al banquete,
Putin y sus ministros,
Como un golpe de sable, como un impulso de las velas,
Alguien, saludando, elevó su copa,
Como un golpe de remo, lanzó tan solo,
Tres sonoras palabras: Unión Soviética, Comunismo,
Como un golpe de puño, como en una feria,
En el Juego del Martillo, activan las campanas.

¿Por quién iba ese brindis?
Todos tienen un único odio,
¿A quién se refería?
Todos tienen un único enemigo.

¡PUTIN!

Toma los pueblos del Este en prenda,
Construye murallas con tubos de gas, con misiles,
Amenaza las fronteras de Europa.
Con bomba sobre bomba,
Amenaza sobre amenaza,
Calcula con astucia, aprovecha debilidades,
¡Disparo por disparo, golpe a golpe!

Afrontamos la lucha, con sanciones y fuego,
Y quizá algún día firmemos la paz,
Todos seremos una,
Te odiaremos con odio eterno,
No cejaremos en nuestro odio,
Aún no, no cejaremos.

Por mar, tierra y aire, odio de la cabeza y del corazón,
Odio de la mano, odio del martillo,
Y odio al poder, al dictador, odio sordo,
De millones y millones,
Que aman todos a una,
Que odian todos a uno,
Todos tenemos un único enemigo,

¡PUTIN!

 

Vicente Piñeiro

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