Artículo de Aurora Aída Goás Castro, médico adjunto de la Unidad de Hospitalización a Domicilio y de Cuidados Paliativos en el Hospital Universitario Lucus Augusti. Es especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, especialista universitaria en Cuidados Paliativos por la Universidad de La Coruña, con máster universitario en Medicina de Urgencias y Emergencias por la Universidad de La Coruña y diploma de Estudios Avanzados por la Universidad de Santiago de Compostela. 

La definición de cuidados paliativos según  la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), actualizada en el año 2002, habla de los siguientes conceptos: “Los Cuidados Paliativos consisten en la atención integral, individualizada y continuada de personas y sus familias con una enfermedad avanzada, progresiva ó terminal, que tienen síntomas múltiples, multifactoriales y cambiantes, con alto impacto emocional, social y espiritual y alta necesidad y demanda de atención. Estas necesidades deben de ser atendidas de manera competente, con los objetivos de mejora del confort y de la calidad de vida, definida por enfermos y familias y de acuerdo con sus valores, preferencias y creencias”.

El trabajo médico relacionado con el cuidado terminal, el cuidado de los moribundos, el cuidado en el asilo y de cáncer terminal es tan viejo como la propia práctica de la medicina, ese conglomerado de actos de la medicina paliativa es lo que se ha pasado a llamar Cuidados Paliativos.

La historia de estos cuidados comienza con la atención a los pacientes moribundos, que solía tener lugar en los conventos e instituciones religiosas

Durante los siglos XIX y XX aparecen las innovaciones de profesionales que compartieron la opinión de considerar al paciente terminal como una persona integral, se aportaron conocimientos de farmacología, anestesia, oncología, cirugía, pero el bienestar, el control del dolor y de la angustia fueron tan importantes como diagnosticar la enfermedad y conseguir la curación de la misma.

Esta perspectiva no era una filosofía nueva con respecto al paciente y a la enfermedad, sino que era volver a la práctica médica de generaciones pasadas, con el médico al lado de la cama de su enfermo escuchándolo, mirándolo, acompañándolo, confortándo y explicándole la situación, compartiendo su humanidad en el viaje más solitario de la vida.

En la década de 1890, Snow desarrolló el cóctel de Brompton para control del dolor, Barret, practicó la administración periódica de morfina al moribundo.

En Boston, Worcester estaba promoviendo el cuidado multidisciplinar de pacientes de forma integral cuando la moda predominante era la especialización y la superespecialización de las enfermedades.

En el Reino Unido en la década de 1960 se estaba promocionando el cuidado integral de la persona, realizando mayor incidencia en el anciano y re-estableciendo las bases éticas de los Cuidados Paliativos.

Como entidad específica esta rama de la medicina comenzó en la mitad de los años ochenta. Desde entonces este movimiento es la respuesta a una necesidad demandada en todo el mundo para atender tanto a pacientes terminales con cáncer como a pacientes terminales de enfermedades degenerativas neurológicas, geriátricas, cardiológicas, respiratorias, digestivas, renales, …

Los objetivos de los cuidados paliativos según la OMS:

– Dar la mayor importancia a conseguir un buen control del dolor y de otros síntomas.

– Afirmar la vida y contemplar la muerte como un proceso natural. Este principio tiene como objetivo responder a dificultades psicológicas que presentan los cuidados paliativos. Hemos de ser conscientes de nuestra muerte. El necesitar cuidados paliativos no es un fracaso de la medicina.

– Se busca garantizar que los paciente sean libres para vivir su vida de manera útil, productiva y satisfactoria hasta el momento de la muerte. No se puede subestimar la importancia de la readaptación para el bienestar físico, psicológico y espiritual.

– No intentar precipitar ni retrasar la muerte. Las actuaciones realizadas en cuidados paliativos no están destinadas a poner fin a la vida de forma prematura ni a alargar la vida de forma artificial con los medios tecnológicos actuales.

– Integrar los aspectos psicológicos y espirituales de la atención al paciente. Los cuidados físicos deben de ser excelentes, pero esto no llega, el ser humano no es sólo una entidad biológica.

– Ofrecer al paciente un soporte que le permita vivir tan activo como pueda hasta su muerte. El paciente define sus objetivos y sus prioridades. Los sanitarios hemos de ayudarle a alcanzar la meta fijada.

– Ofrecer a la familia un soporte para ayudar a soportar el sufrimiento del paciente, así como su propio duelo. Se ha de cuidar a la familia, sus miembros tendrán sus problemas y dificultades, que serán identificados y tratados. Se abordará el duelo antes de que el enfermo fallezca.  

– Exigen un trabajo en equipo que se haga de forma coordinada y multidisciplinar: médicos, enfermeras, psicólogas, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, …

– Pretenden mejorar la calidad de vida, que ha de ser definida por el paciente, solo él puede modificar su percepción a lo largo de la evolución de la enfermedad en el tiempo.

– Pueden comenzarse en un estadío precoz de la enfermedad, al mismo tiempo que otros tratamientos específicos y terapias para prolongar la vida.

 

Como estamos observando los cuidados paliativos no afectan a una enfermedad en particular, los pueden recibir pacientes de todas las edades, según su pronóstico probable y sus necesidades particulares.

Por último, como se deduce de todo lo anteriormente expuesto, que en esta parte de la medicina es muy importante la comunicación con el enfermo, explicar en qué situación vital se encuentra, su pronóstico, es fundamental mantener estas conversaciones con el paciente en ambientes cómodos, tranquilos, no en el pasillo, es importante que los pacientes se sientan comprendidos y cuidados, dedicarles tiempo para informarles y escucharles, es necesario que exista una comunicación abierta y fluida por ambas partes. Debemos de proporcionar la información que el paciente demande, sin presionarlo, él decide hasta donde quiere saber, como y cuando; si nos dice que informemos a su familia, porque ellos decidirán… así debe de hacerse, respetando la autonomía del enfermo.

El mismo trato han de recibir las familias, hemos de encontrar caminos para apoyarlas y comprenderlas tanto en el ámbito cultural como en el social, religioso y espiritual.

La comunicación en cuidados paliativos es necesaria para tratar los aspectos físicos, emocionales y psicosociales del paciente y de su familia. Hemos de empatizar con ellos en esta fase de sus vidas.

 

 

BIBLIOGRAFÍA:

1. Walsh D. Palliative medicine. Philadelphia: Saunders; 2008.

2.  Watson M. Manual Oxford de cuidados paliativos. Madrid: Grupo Aula Médica;2008.

3. Bayés R. Psicología del sufrimiento y de la muerte. Anuario de Psicología 1998;29(4):5-17.

4. Grupo de Trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre Cuidados Paliativos. Guía de práctica clínica sobre Cuidados Paliativos. Madrid: Plan Nacional para el SNS del MSC. Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias del País Vasco;2008. G         uías de Práctica Clínica en el SNS OSTEBA Nº 2006/08.

5. Guía de Cuidados Paliativos: Urgencias en Medicina Paliativa. SECPAL.

6. Huntntzinger ACP. Releases recommendations for palliative care at the end of life, practice guidelines. American Family Physician 2008;78(9).

7. Ángeles del Carmen López-Tarrida, José María Galán  González-Sema, Rocío de Diego-Cordero. Adaptación transcultural al español del cuestionario NERSH para la exploración de los valores profesionales, la espiritualidad y la religión en la práctica clínica. (Questionnaire of the Network for Research in Spirituality and Health-  NERSH. Med Paliat 2023; 30(3): 134-145 / DOI: 10.20986/MEDPAL. 2023.1390/2022.

 

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